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DESFIBRILADORES EN LA CALLE

Javier García Mateo - 17 de Febrero, 2020 
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El uso de los llamados "DESA" reduce notablemente el riesgo de muerte tras una parada cardíaca.

Teniendo en cuenta que cada año mueren en nuestro país 30.000 personas por paro cardíaco y que por cada minuto que se retrasa la respuesta a esta situación disminuye un 10% la probabilidad de salir con vida, el paro cardiaco es un tema de suma importancia.
Si estás leyendo estas líneas te diré una cosa; estadísticamente solo hay un 30% de probabilidades de que seas una de esas personas con conocimientos para hacer una Reanimación Cardiopulmonar (RCP).

Si lo eres, sabrás que el desfibrilador es una herramienta fundamental en estos casos, siendo prácticamente imprescindible su uso antes de la llegada del personal sanitario. Es cierto que en los últimos años ha aumentado considerablemente la concienciación sobre este tema, y ya no sorprende ver algún DESA (Desfibrilador Externo Semiautomático) en centros comerciales, estaciones, etc. Sin embargo, aun falta mucho terreno por recorrer en lo que a la RCP respecta; 7 de cada 10 españoles desconoce las maniobras de RCP y estas son fundamentales, junto al DESA para aumentar al máximo las probabilidades de éxito en estas situaciones. Además, según la FEC, en España tan solo hay 2 desfibriladores por cada 100.000 habitantes, un dato preocupante.

Hace apenas unas semanas, paseando por la ciudad de Viena, me llamó la atención la presencia de desfibriladores semiautomáticos en las calles. Estaban sujetos a lo que podría ser una parada de autobús o un mero panel publicitario. Me resultó una muy buena idea y llegué a la siguiente conclusión: en las ciudades en España, disponemos de una extensa infraestructura de cabinas telefónicas, en absoluto desuso y cuyo incuestionable destino es la desaparición por la nula necesidad que aportan hoy en día. A pesar de esto, tomando como ejemplo la ciudad de Madrid, siguen existiendo hoy 987 según datos de Telefónica.

¿No sería una buena idea darles a estas un nuevo uso? Poniendo como puntos de desfibriladores automáticos estas cabinas, que todo el mundo reconoce y ubica, podríamos dar un servicio imprescindible a la ciudad, y ya de paso, un nuevo uso para una infraestructura abocada a la desaparición.

De esta forma, y ante una situación de emergencia como la que supone una parada cardiorrespiratoria, cualquier persona podrá encontrar más pronto que tarde un desfibrilador con el que poder aumentar de manera exponencial las posibilidades de salvarle la vida a alguien.

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Imagen
Desfibrilador automático en Viena.
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