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Y tú, ¿qué piensas?

ARGENTINA O SINGAPUR

Álvaro Gil - 17 de Febrero, 2020 

La cuestión es elegir entre libertad personal y económica, aunque generalmente van de la mano.

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Hace unas semanas tuve un debate en un grupo de WhatsApp donde todos (o la gran mayoría) nos definimos como liberales, aunque nuestras opiniones muchas veces pueden no ser ni semejantes. Este debate trataba sobre una cuestión concreta, ¿es preferible tener libertad política y no económica o tener libertad económica y no política? 
 
Esta cuestión, aunque aparentemente sencilla de fondo trata un tema muy complejo y que en el liberalismo nunca ha estado bien definido. Los límites de la libertad. 
 
Si pensamos qué pasa en el primer caso, ausencia de libertad política, pero sí económica, el modelo más próximo que podemos encontrar en la actualidad, sería el modelo de Singapur. Este país asiático destaca por su gran libertad económica y su dictadura. Por un lado, es uno de los países que tiene mayor libertad económica, alcanzando con ello grandes niveles de desarrollo económico y por lo tanto, grandes riquezas. A cambio de ello, ha sacrificado toda su libertad política, siendo una férrea dictadura. 
 
Por otro lado, tendríamos el caso de Argentina, el país de la crisis eterna, ya que debido a mi juventud sólo he visto en este país un modelo fracasado pero que otrora fue una potencia económica mundial. Sin embargo, este país tiene grandes debates políticos abiertos en su interior, el último destacable es entorno al aborto. 
 
Si un liberal tuviera que elegir uno de estos países para vivir, probablemente, desde España, preferimos aquel 'virgencita, virgencita, que me quede como estoy', no obstante, aquí he venido a mojarme. 
 
Considero que ante estos dos modelos optaría por el modelo argentino. Si bien es cierto, que si no a mí, a mi prole, le podría estar condenando al “mal vivir”, creo que hay que considerar la importancia de la participación política activa. La sociedad avanza pasito a pasito y por ello los cambios políticos son muy difíciles sin una población mínimamente democrática, cosa que en Singapur, ni está ni se le espera. Por otro lado, la economía fluctúa enormemente, por lo que en breves periodos de tiempo se pueden dar grandes saltos. Por ello considero que hay que seguir defendiendo en primer lugar los derechos políticos y luego los económicos (en el sentido del libre cambio). 
 
Y esta decisión, no es fácil de tomar, por ello me baso en la perspectiva histórica, tenemos que ir más allá, y ver las diferentes evoluciones históricas de las sociedades. Mientras que los derechos han sido siempre progresivos y se han ido conquistando y alcanzando, recordando especialmente 3 momento históricos. La revolución francesa, con el derechos políticos e individuales, como el derecho a la vida y a votar en las elecciones; posteriormente que el desarrollo de los protoestados del bienestar, con los primeros derechos económicos y sociales; y finalmente, los derechos de tercera generación, como el derecho a un medioambiente limpio.
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​Sin embargo, las libertades económicas no han seguido esa continuidad, como ya explicó Karl Polanyi, las regulaciones son oscilantes, y por lo tanto más fáciles de ganar y perder. Por un lado, se encontraron grandes etapas regulatorias, hasta las revoluciones liberales de finales del XVIII e inicios del XIX con cada vez una mayor libertad económica y otra etapa de gran control económico durante la etapa keynesiana, y totalitarismo, comunismo y fascismo. Por otro lado, ha habido dos grandes etapas de libertad económica durante la revolución industrial, con cada vez mayor libertad, y tras la crisis del petróleo del 73, con una nueva oleada liberalizadora, liderada por Reagan y Thatcher.
 
Así pues, podemos ver cómo las libertades personales, son mucho más estables y difíciles de conquistar (obviando etapas totalitarias) al contrario que las libertades económicas, mucho más fluctuantes. No obstante, tampoco hay que renunciar a estos derechos, como ya he dicho al principio son complementarios, y si bien en España son ambos amplios, aún se puede trabajar mucho.
 
Tenemos que seguir trabajando y defender todo tipo de libertades, tenemos que seguir a otros países porque progreso y crecimiento no son incompatibles, sino complementarios. Esforcémonos por parecernos a Nueva Zelanda, Dinamarca u otros países nórdicos, donde hay amplias libertades políticas y económicas. Sigamos defendiendo la libertad.
 
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